La cuaresma para los yaquis, como para la mayoría de los celebrantes católicos, es un tiempo de penitencia y agradecimiento, en el cual generalmente se pagan mandas, participando por tres años consecutivos en la celebración; pudiendo observar participantes de todas edades fungiendo en los diversos papeles de esta representación de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
Generalmente cuando se piensa en esta celebración yoeme se recurre a pensar únicamente en el actor más conocido: el chepayeka o fariseo, encargados de pedir limosna por las calles, pero pocos hermosillenses conocen a los demás participantes de esta festividad y el significado que la celebración conlleva.
La cuaresma yaqui es un ritual donde se representa además la lucha entre el bien y el mal, atribuidos a diferentes personajes como los militares o impuros: fariseos, cabos, sargentos, capitanes y por encima de ellos, el “pilato”, y los puros: angelitos, verónicas, cantoras o rezanderas, el maestro, “maejto” o “metro” y los matachines.
A todos estos personajes se les puede observar y distinguir en las procesiones o konti que se realizan en las tardes de cada viernes de cuaresma y para las cuales los yaquis han adaptado varias locaciones en los diferentes barrios en Hermosillo. La procesión es una oportunidad de observar algo diferente sin necesidad de salir de la ciudad. Hacia el final del konti, cuando cae la noche, el terreno se queda en oscuridad y se siente con mayor intensidad el viento, sólo el templo de palma esta iluminado y se pueden experimentar diferentes sensaciones.