domingo, 5 de abril de 2009

Viernes de Procesión

Los yoeme o yaquis, grupo étnico del sur de Sonora evangelizado por los misioneros de la Compañía de Jesús, residen en Hermosillo desde mediados del siglo XVIII y aunque se enfrentaron a situaciones que los obligaron a ocupar distintos territorios, finalmente lograron establecerse en diferentes barrios, como La Matanza o El Coloso y buscaron continuar y adaptar sus costumbres a los modos de vida en la ciudad. Para ellos la celebración de la cuaresma y semana santa representa la festividad más importante del año.

La cuaresma para los yaquis, como para la mayoría de los celebrantes católicos, es un tiempo de penitencia y agradecimiento, en el cual generalmente se pagan mandas, participando por tres años consecutivos en la celebración; pudiendo observar participantes de todas edades fungiendo en los diversos papeles de esta representación de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

Generalmente cuando se piensa en esta celebración yoeme se recurre a pensar únicamente en el actor más conocido: el chepayeka o fariseo, encargados de pedir limosna por las calles, pero pocos hermosillenses conocen a los demás participantes de esta festividad y el significado que la celebración conlleva.

La cuaresma yaqui es un ritual donde se representa además la lucha entre el bien y el mal, atribuidos a diferentes personajes como los militares o impuros: fariseos, cabos, sargentos, capitanes y por encima de ellos, el “pilato”, y los puros: angelitos, verónicas, cantoras o rezanderas, el maestro, “maejto” o “metro” y los matachines.

A todos estos personajes se les puede observar y distinguir en las procesiones o konti que se realizan en las tardes de cada viernes de cuaresma y para las cuales los yaquis han adaptado varias locaciones en los diferentes barrios en Hermosillo. La procesión es una oportunidad de observar algo diferente sin necesidad de salir de la ciudad. Hacia el final del konti, cuando cae la noche, el terreno se queda en oscuridad y se siente con mayor intensidad el viento, sólo el templo de palma esta iluminado y se pueden experimentar diferentes sensaciones.

sábado, 28 de marzo de 2009

Crisis de la prensa

Creo que la crisis del periodismo nos muestra el que podría ser el término de un ciclo. Aunque sea triste no es del todo inconcebible pues bien sabemos que nos encontramos en una sociedad que especialmente en las últimas décadas ha experimentado cambios vertiginosos.

En lo personal no me gustaría que la prensa impresa desapareciera y que algún día el hecho de comprar un periódico sea sólo un recuerdo pero es difícil intentar frenar el avance de la vida. Más difícil aún es imaginarse la cantidad de periódicos impresos que se han expedido por tantos años -siglos-, pero siendo objetivos, con el uso de Internet resulta poco funcional la venta de periódicos impresos, cuando hay comunidades donde éstos llegan después del mediodía.

Tomando en cuenta que no el total de las personas tiene acceso a Internet se puede creer que es por ello que la prensa impresa no ha desaparecido, además creo que el periódico tiene a su favor su carácter portátil.

Por otro lado creo que muchos periódicos se han inclinado por cierta ideología política, así que la proliferación de sitios como los blogs favorecen la diversidad de opiniones y que aunque tal vez no representan un medio informativo oficial, pero sí es importante su función como en la confrontación de opiniones y en las relaciones que pudieran darse entre personas de perspectivas afines.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Un nuevo régimen, una nueva corriente, una nueva imagen

En los primeros gobiernos posteriores a la Revolución mexicana, Hermosillo se encontró en un lapso de estancamiento en cuanto a su crecimiento como ciudad. En el año de 1929 encontramos algunos eventos que permitieron un paso más en la urbanización de esta capital.

En dicho año llega a la gubernatura de Sonora Rodolfo Elías Calles, recibiendo el poder de un estado que en particular sintió los efectos de la crisis, que precisamente en ese año arrasó la economía del vecino país, pues implicó el regreso de los sonorenses despedidos de sus empleos en el extranjero y crisis en las ciudades mineras.

Debido a que no se tenía previamente un plan estratégico para la transformación de la imagen urbana de Hermosillo, se realizaron remodelaciones sobre obras de épocas anteriores y aunque fueron escasas, hubo obras nuevas como la “Casa del Pueblo” que era sede del Partido Nacional Revolucionario.

Con el callismo llegó también a Hermosillo la corriente arquitectónica Art deco, siendo perceptible en edificaciones como el monumento a Jesús García, remodelación Palacio Federal -que se convirtió en Oficinas Federales-, recurrencia y el uso de la arquitectura con fines propagandísticos o políticos, esto se podía observar en la ubicación de las obras.

De este sexenio destacó su carácter segregacionista, al impulsar el desalojo de las comunidades yaquis, pretextando su requerimiento como área industrial; a principios de la década de 1930, este grupo indígena fue desalojado de su asentamiento, por parte de la administración municipal, por carecer de títulos de posesión; es entonces cuando el grupo yaqui creó el barrio El Coloso.

jueves, 19 de marzo de 2009

Mentiras mayores, empiezan con nuestras propias mentiras

¿Cómo no creer en las mentiras mayores de los altos funcionarios si creemos en las mentiras que nosotros mismos nos hemos planteado por años?

Si nos hemos dicho a nosotros mismos que los recursos duraran para siempre. Si nos hemos dicho que la lectura y la educación son irrelevantes. Si domingo a domingo limpiamos nuestra conciencia vaciando los “pecados” en la iglesia para llenarnos de ellos entre semana.

Estoy de acuerdo con Sara Sefchovich, pues vivimos en el país de la mentira pero creo que el país de la mentira lo hacemos todos, no solo nuestros representantes, que sí, en gran parte son responsables. El artículo me parece muy bueno, las comparaciones que utilizan son excelentes para crear la conciencia que se necesita; pero mientras no se presente un cambio desde nosotros todo seguirá igual.

Creo que es importante fomentar desde los más pequeños una verdadera cultura de la honestidad. Donde las la falsedad no sea justificada bajo ninguna circunstancia pero sobre todo para quitarnos, al fin, la venda de los ojos y que los medios y los gobiernos dejen de darnos atole con el dedo, pues no reaccionar ante sus “supuestos” engaños nos hace participes de los mismos. Con “supuestos” me refiero a que todos estamos concientes del cinismo con el que se nos miente, ya que somos los que viven en carne propia la realidad del país de las mentiras, pero por apatía nadie mueve un dedo.

viernes, 13 de marzo de 2009

En medio del caos, la urbanización

Para entender la configuración urbana de Hermosillo, es importante poner atención en su gestación como ciudad. A lo largo del siglo XIX Hermosillo atravesó por cambios de diferente índole.

Primeramente, en 1828, dejó la categoría de villa y fue nombrada ciudad, al mismo tiempo obtuvo su actual nombre, Hermosillo. Cabe resaltar que aunque fue considerada ciudad, la actividad económica principal seguía siendo la agricultura y contaba con un nivel de urbanización prácticamente nulo.

Posteriormente del nombramiento de Hermosillo como ciudad se edificaron algunas obras como intento de urbanización, encontramos así: Casino Gran Sociedad, Catedral, Plaza Zaragoza, Teatro Noriega, la remodelación del centro de la ciudad, entre algunas otras. Pero dichas construcciones no fueron suficientes para darle a la capital una verdadera imagen urbana, pues primeramente el estado entero atravesaba por un momento de dificultades, tanto económicas como políticas, además no hubo un verdadero proyecto que sustentara y diera cohesión a las edificaciones antes mencionadas.

Después de muchas décadas de estancamiento, hacia finales del siglo XIX llegó el auge y el crecimiento. A la par del inicio del Porfiriato, Hermosillo inicia una etapa nueva, primeramente porque en 1879 es asignada como capital del estado de Sonora. La dictadura de Díaz es conocida por el progreso económico que represento en general en el país. Para Hermosillo en especial es el momento de mayor crecimiento; a partir de esta época adquiere una imagen urbana con edificaciones que son apreciables hasta nuestros días, como: Instituto Científico y Literario -que finalmente se convirtió en Palacio de Gobierno- , Banco Nacional de México, Banco de Sonora, Capilla del Carmen, Palacio Federal -posteriormente Edificio de correos-, Penitenciaría del Estado, escuela Leona Vicario, Mercado Municipal, ferrocarriles, entre otras.

Hacia el término del Porfiriato, en los primeros años del nuevo siglo, se presenta en esta ciudad capital un crecimiento caótico, donde el territorio duplicó su dimensión. Como era de esperarse, se presentaron problemas demográficos, económicos y culturales pues la expansión no siguió ningún tipo de planeación.

El Porfiriato, famoso por la adopción de un estilo afrancesado, fue la época en que se habla de urbanización en Hermosillo, es por ello que este estilo es el característico de nuestra ciudad capital; a diferencia de otras ciudades de México, que debido a su antigüedad se caracterizan por la predominancia de la arquitectura barroca y posteriormente la construcción de edificaciones pertenecientes también al Porfiriato.

Pertinencia tecnológica. Funcionalidad vs. Lujo

Me encuentro totalmente de acuerdo con la nota de Cyberhippie. Creo que es importante detenernos y hacer más reflexiones de este tipo, darnos cuenta si realmente tiene sentido lo que hacemos, si nuestro dinero esta siendo usado con eficacia, si nuestras compras tienen pertinencia en relación a nuestras necesidades.

En alguna ocasión yo había comentado con algunas personas cercanas ejemplos como el presentado en el video de reporte índigo. Me parece tonto la actitud de las personas ante la posesión de artefactos tecnológicos, si pusieran atención se darían cuenta de que es imposible estar completamente actualizado, lo que compren hoy será obsoleto a la vuelta de un par de meses.

Por otro lado me preocupan las implicaciones ambientales que tiene este despilfarro de tecnología. Pensando en los celulares cada ejemplar implica un montón de basura. Empezando por la batería que especialmente es tóxica, los plásticos de la envoltura del celular, además del manual, caja y otros papeles que implica la compra de un móvil. Primeramente son inservibles, pues ¿quién lee el manual? Y además no se tiene la cultura de la separación de basura. Esto es hablando de un solo teléfono celular, hay que pensar en las personas que cambian de teléfono un par de meses por año, es decir, multiplicar la basura por dos o tal vez tres y esto por el número exorbitante de personas inconscientes.

Creo que debemos empezar a fomentar una cultura donde las personas sean concientes de que sí, la tecnología se ha vuelto indispensable pero debe estar a nuestra disposición, no nosotros a la suya. Se debe pensar bien en las necesidades para realizar verdaderas inversiones y no gastos innecesarios. Es decir que nuestra demanda exija que se ofrezcan en el mercado artículos funcionales y no sólo lujos.

sábado, 7 de marzo de 2009

El primer cuadro

Sin duda uno de los aspectos más característicos de todas las ciudades es su centro histórico. Hermosillo no es la excepción, en especial porque su configuración natural le ha dado una imagen característica: el cerro de la Campana se ha convertido a lo largo de los siglos en ícono del primer plano de la ciudad.

El cerro de la Campana no sólo ha representado la imagen urbana de Hermosillo. Durante la época de la colonia tuvo relevancia histórica para el asentamiento y distribución de los diferentes grupos sociales y étnicos que con el paso de los años le dieron paso a la sociedad hermosillense.


La época de la colonia, representó para el territorio que actualmente es Hermosillo un lapso de poco desarrollo económico y urbano, no obstante que tuvo varias categorías con sus diferentes nombres: 1700: Santísima Trinidad del Pitiquín; 1741: Real Presidio de San Pedro de la Conquista del Pitíc; 1772: Cuartel y Misión del Pitíc; 1780: Presidio y Villa del Pitíc; finalmente, ya en la época independiente, 1828: Ciudad de Hermosillo.


Alrededor del año 1784, siendo un presidio al cual ya se había agregado un grupo poblacional civil, se decretó un reparto de tierras entre españoles y familias de diferentes etnias: yaquis, pimas y seris. El cerro de la Campana fungió como barrera entre los grupos. En el reparto se le otorgó al sector español una ubicación privilegiada, al norte del cerro y del Río Sonora, pues representaba un área propicia para la agricultura dada la existencia de un sistema de acequias.


En décadas posteriores al reparto de tierras, las etnias pima y seri, que ya representaban grupos minoritarios, se apartaron del asentamiento: los pimas se fueron diluyendo y los seris ocuparon la costa de Sonora. Es así que la población y el aspecto de la ciudad tomaron un estilo más europeo.

En contraste con otras ciudades que durante la época de la colonia adquirieron un estilo atractivo, Hermosillo tuvo un limitado desarrollo urbano. Hoy día sólo se conserva una construcción de esa época.